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Y después del fuego, ¿qué?

Los afectados este verano por el devastador incendio en El Castillo de las Guardas afrontan las pérdidas sin ayuda y sin saber qué futuro les espera a sus explotaciones agrícolas

01 nov 2016 / 19:32 h - Actualizado: 02 nov 2016 / 20:57 h.
  • El fuego llegó a alcanzar viviendas y corrales en los que los propietarios tenían a sus animales. / F.J.D.
    El fuego llegó a alcanzar viviendas y corrales en los que los propietarios tenían a sus animales. / F.J.D.
  • Desoladora imagen de los alrededores de una casa afectada. / F.J.D.
    Desoladora imagen de los alrededores de una casa afectada. / F.J.D.

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El devastador incendio que arrasó más de 1.800 hectáreas en El Castillo de las Guardas quedó extinguido. La atención mediática se centró en otras cuestiones de actualidad y el pueblo, herido, intentó volver a la normalidad y sobreponerse a la catástrofe. Comenzó entonces la lucha por recuperar lo perdido, un titánico esfuerzo de Ayuntamiento y vecinos, que a duras penas responden a la pregunta que todos se formulan: «Y después del fuego, ¿qué».

La vida en El Castillo de las Guardas parece haber mermado. Hay vacío en sus calles, parece como si algo hubiera asustado a los vecinos como para alejarlos de su origen. En eso redunda el alcalde castillero, Gonzalo Domínguez, cuando afirma que «hay sensación de desasosiego y desapego, esto ha sido un gran golpe».

El incendio es aún una herida abierta que duele recordar. Los vecinos de La Alcornocosa presentes entonces tuvieron que ser evacuados. Pero a otros les cogió fuera y casi por sorpresa, como relata Alberto García: «Nos encontrábamos en Aracena y un amigo fue el que me llamó para avisar del incendio. Rápidamente nos dirigimos a nuestra finca, pero solo nos dio tiempo a abrir las puertas al ganado, ya que el fuego estaba dentro y no pudimos hacer nada, simplemente ver cómo se destruían todos nuestros sueños y quedaba todo arrasado».

Muchos han sido los afectados. En medio de la vorágine «los bomberos abrían las cercas para que los animales escaparan», reseñan. Algunos vecinos tuvieron antes la posibilidad de sacar a su ganado. Francisco Fernández fue uno de ellos, «pude sacar a todas las ovejas salvo unas 60, que afortunadamente se salvaron», explica. En igual caso se encuentra Francisco Ortega, que no pudo trasladar a sus gallinas y «aunque el gallinero se quemó, milagrosamente sobrevivieron, cobijadas en una pequeña parte que no ardió». No corrieron tanta suerte los terneros de Alberto, con bastantes cabezas perdidas al perecer en el incendio.

Las principales pérdidas se centran en arboleda y pastos, dedicados a alimentar al ganado. Al haber desaparecido, los criadores y ganaderos se ven obligados a comprar piensos, lo que supone un encarecimiento en los costes. Como alternativa, les han ofrecido «trasladar el ganado a una finca de propiedad autonómica, en Constantina, algo inviable. Aparte del coste del traslado supondría mucho dinero ir y venir a diario, así que no es una solución», comenta Mari Feli. Por otro lado, «exigen vallar los terrenos quemados. Otro gasto que difícilmente podremos asumir». Y más teniendo en cuenta que «nos dicen que no hay dinero, por lo que no va a haber ningún tipo de subvención», añade. Algunos son conscientes de ello, como Antonio Belchi, que asegura: «No voy a reclamar daños de ningún tipo» ante las pérdidas en su huerto y sus tierras. «Nosotros mismos tendremos que asumir las pérdidas».

Y sobre esa situación incide Alberto García. «Nos van a exigir que repoblemos las encinas quemadas y que no metamos al ganado, al menos en lo quemado. No me dejan sembrar en la zona no quemada, con el problema que eso ocasiona, pues nuestro ganado no tiene nada que comer». Y aventura que «el futuro es muy incierto, no sé si al final tendremos que abandonar la explotación ganadera».

El alcalde no cesa en el empeño de fijar la atención de las administraciones en El Castillo de las Guardas. «El Ayuntamiento no pide nada para el municipio. Pide para los afectados, para la recuperación de la zona y la reposición de todo lo que se ha perdido», explica el primer edil. Un incansable trabajo al que lamenta no poder añadir más soluciones: «No podemos hacer más que pelear para que otras administraciones superiores nos ofrezca su ayuda».

Paralela a esta lucha, otra cuestión importante que el alcalde castillero va a hacer llegar «al Plan Infoca y a los responsables políticos y técnicos es la reivindicación de los vecinos de que hay que dejarse llevar por la gente del territorio. El propietario conoce el terreno y sabe qué caminos conducen al fuego, dónde hay agua... No sé cómo se haría, pero hay que reconsiderarlo para incluirlo en los planes de extinción». Reclamación que suscribe Francisco Rodríguez, que se queja de que «nunca se dejan aconsejar por la gente del campo». Ahonda más en el problema, al señalar que «los incendios se extienden tan rápidos porque el campo está abandonado. No es rentable, nadie lo trabaja y queda abandonado. Ahí no valen cortafuegos ni nada. Si las administraciones no nos atienden, no hay ayudas ni apoyos, ni fijan por ley los precios..., cada vez se abandonará más el campo, a saber a dónde llegará esta situación».

«Todo donde se mire es negro», lamenta Montse Ortega. El paisaje y el futuro. Si ya era difícil vivir del campo, con el panorama que tras el fuego se ha abierto todo se hace aún más complicado. Las primeras lluvias del otoño han venido a arrasar un poco más una tierra desolada, donde ha mermado la actividad agrícola y ganadera, pero también la actividad cinegética e incluso el turismo, que igualmente sustentan la delicada economía de la zona, donde hay muchas preguntas y pocas respuestas ante un futuro poco prometedor.

Ayudas

El pleno municipal aprobó por unanimidad la solicitud de declaración de zona afectada gravemente por una emergencia de protección civil, que es como el artículo 23 de la Ley 17/2015 define la declaración de zona catastrófica. El alcalde llevó al pleno de la Diputación la declaración institucional con la que esta administración se une a la petición, y ha dado traspaso de los acuerdos a la subdelegación del Gobierno, esperando su aprobación por el Consejo de Ministros. Pero mientras llega, el regidor municipal sigue insistiendo ante las administraciones para solicitar la tan necesitada ayuda para su pueblo.

Cumplido el fin de la oficina técnica, que durante 5 días recibió los vecinos afectados y recabó información sobre las pérdidas, toca poner valor a todo aquello que engloban las 1.800 hectáreas que las cifras oficiales dan por perdidas. A través de Prodetur, entidad de la Diputación, se está gestionando la contratación de una empresa que certifique, ponga números e importe a todo lo que el incendio se llevó y El Castillo necesita para recuperarse. Los vecinos, a pesar de haber acudido a esta oficina, desconfían. «Según los técnicos que nos han visitado, no esperamos ningún tipo de ayudas», explica Alberto García. Poca esperanza hay en recibir un empujón para volver a empezar.

Sin embargo, la insistencia del alcalde va consiguiendo arrancar compromisos. «El delegado de agricultura nos adelantó en una reunión que la Junta estudia la posibilidad de que los ganaderos afectados no tengan que devolver la subvención de la PAC». O Diputación, que a parte del apoyo mediante sus organismos y áreas, trabaja el proyecto de «llevar el abastecimiento de agua de red municipal hasta La Alcornocosa. Ello posibilitaría tener presión de agua e hidrantes, algo de vital importancia y que no se tenía», explica. Si bien no aparece dinero, las administraciones «no nos van a dejar en la estacada». «Sigo llamando y no me cansaré de llamar a las puertas de las administraciones, para que nos las abran con su ayuda, que no tiene por qué ser solo económica».

El alcalde confía en una «especial sensibilidad» de las administraciones con El Castillo, y busca empleo para contrarrestar la crisis económica que el incendio ya está agudizando. «Planes y talleres de empleo, escuelas-taller, reciclaje laboral,... Necesitamos dar una vuelta de tuerca a El Castillo. Generar empleo para recuperarnos, empleo dedicado al campo, al turismo activo, al ocio rural...». Y, sobre todo, a una gran idea que el ayuntamiento viene trabajando y que ahora más que nunca ve como una solución para recolocar a tanta gente que el fuego ha dejado sin modo de vida: «Queremos potenciar nuestro proyecto de Vía Verde. Impulsando el turismo podemos ser un municipio que viva de eso. Es necesario recuperar lo perdido, pero como el campo cada vez dan menos tenemos que apostar por nuestro potencial natural, con la vía verde y los caminos rurales, para generar el empleo, levantar la economía y el ánimo de los vecinos».


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